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viernes, 29 de abril de 2011

Carta urgente

Hay una canción de Rosana, que siempre me ha puesto el vello erizado. En otra etapa de mi vida, porque era yo quién escribía esas "CARTAS URGENTES" cuando ya no había nadie para recibirlas, hoy escribo esta sencilla entrada, porque he recibido una "CARTA URGENTE" pero yo, ya me habia ido... os dejo la letra de la canción



Hay cosas que te escribo en cartas para no decirlas,
Hay cosas que escribo en canciones, para repetirlas,
Hay cosas que están en mi alma y quedaran contigo cuando me haya ido,
En todas acabo diciendo, cuanto te he querido.

Hay cosas que escribo en la cama,
Hay cosas que escribo en el aire,
Hay cosas que siento tan mías, que no son de nadie,
Hay cosas que escribo contigo,
Y hay cosas que sin ti no valen,
Hay cosas y cosas, que acaban llegando tan tarde.

Hay cosas, que se lleva el tiempo sabe Dios a donde,
Hay cosas que siguen ancladas, cuando el tiempo corre,
Hay cosas que están en mi alma y quedaran conmigo cuando me haya ido,
En todas acabo sabiendo, cuanto me has querido.

Hay cosas que escribo en la cama.
Hay cosas que escribo en el aire.
Hay cosas que siento tan mías, que no son de nadie,
Hay cosas que escribo contigo,
Y hay cosas que sin ti no valen,
Hay cosas y cosas, que acaban llegando, tan tarde,
Hay cartas urgentes, que llegan, cuando ya no hay nadie.

jueves, 21 de abril de 2011

¡¡¡To´s por igual, valientes!!!

Suena una corneta de llave dando unos altos imposibles y la cara congestionada, roja, con los ojos inyectados en sangre y las gotas de sudor corriendo por el trozo de frente que deja a la vista el casco de metal plateado, reluciente y rematado por un penacho de plumas blancas que lleva el músico que encabeza la formación, da fé de ello.

Retumban los bombos acompañando ritmicamente a los tambores, que se deshacen repiqueteando redobles y cajas chinas, la banda se coloca estratégicamente en formación flanqueando la puerta de la iglesia de donde debe salir en procesión la imagen a la van escoltar con sus marchas y sus himnos durante varias horas. Suenan dos toques de tambor y se hace el silencio, los cornetas aprovechan para secar las boquillas de sus instrumentos, los tambores para tensar sus correajes, beber un poco de agua y acomodarse los uniformes.

La iglesia cerrada a cal y canto, la escena dentro del templo, hace ya algunos minutos que ha dejado de ser de ser la del recogimiento cofrade en la misa previa a la salida, se ha convertido en frenética carrera ultimando los detalles, en una esquina, tres cofrades terminan de colocarse la faja, otro busca en silencio un rincón donde guardarar sus alpargatas para cumplir su promesa de salir de costalero descalzo y por fin se abren las grandes puertas de la iglesia, el capataz se asoma a la calle, ajeno a la multitud que allí se agolpa y que de forma ordenada conforma un pasillo que guiará durante las próximas horas su recorrido, mira al cielo y su expresión se relaja al percibir que no queda rastro de las tan temidas nubes en Semana Santa, se ajusta el nudo de la corbata en un gesto casi automático, como buscando en ese nudo la confianza necesaria, se gira sobre sus talones y entra de nuevo a la iglesia.

Salen las filas de nazarenos con sus capirotes, portando enormes velones, estandartes y la cruz de guía a la hora prevista



En la calle las conversaciones que animaban la espera van dejando paso a los murmullos y termina por hacerse el silencio, mientras los costaleros ya han ocupado sus puestos bajo el trono, suena el golpe seco del llamador, la voz del capataz busca la respuesta de su hombre de confianza debajo del paso, el denso aroma del incienso ya lo inunda todo, ¡¡¡To´s por igual, Valientes!!! grita el capataz,¡¡Hasta el cielo con el rey!! contesta el hombre de confianza dentro del trono ¡¡A esta es!! da el aviso definitivo el capataz, suena seco el golpe del llamador y salta como un resorte hasta el cielo el trono en su "primera levantá" lentamente van moviendose a las ordenes de capataz y los contraguias que con pericia magistral consiguen sacar el monumental conjunto por la ajustada puerta de la iglesia sin dañarlo.



El tambor da dos toques de aviso a la banda, comieza la música, empieza el desfile procesional, otro año en la calle, la gente se santigua, algunos lloran y los flahses llenan todo de una incomoda luz blanquecina, yo me llevo la foto que os acabo de contar impresa en mi retina y me largo corriendo a casa a ver la final de la Copa del Rey entre el Barça y el Real Madrid aunque eso sea ya claramente otra historia