Dice adiós el temporal y se abren las nubes en el cielo, dejando paso a un sol de invierno que lucha ya por ser primaveral "febrerillo el loco, que lo mismo nos dora la piel, que nos congela el moco".
El pueblo va poco a poco cambiando de ritmo, el sol y la temperatura agradable invitan al paseo y la gente, sale a la busqueda incansable de la ganga entre los gritos de los puestos del mercadillo, removiendo montañas de ropa y escuchando el soniquete de los tenderos:"MARIIIIIIIIA, DOS BRAGAS DOSS´LEUROS, 6 BRAGAS, POR CINCO´LEUROS","VAAMOS MARIIIA, MIRA QUE GENERO" y tú allí buscando, casi enterrado en bragas sin quitarte las gafas de sol y soportando estóicamente los pisotones de la señora de al lado, que ¡como agarre otras bragas más del montón se va a llevar una para cada día del año! y en ese momento piensas: ¿será que no tiene lavadora?¿será coleccionista? Asi que decides batirte en retirada y te vas a otro puesto a ver calcetines que curiosamente tiene la misma estratégia de marketing, 2 por 2€ y 6 por 5€ y lo más curioso de todo, en este puesto resuelves dos de tus dudas existenciales más profundas y que se habían generado en el puesto anterior, la "tiparraca" de los pisotones y a estas alturas del día también la podíamos definir como la del olor insoportable a sudor, es casi seguro que tiene lavadora, pero la usa poco, porque un crío mal encarado y de unos siete u ocho años la espera fuera del bullicio de los puestos sentado en un tambor de detergente para lavadora, de la marca bosque verde, que dudo yo, que solo lo hayan comprado, para hacer las veces de silla portátil con la que sobrellevar mejor las interminables esperas entre batalla y batalla de la "mamma" en busca de la ganga, la "señora" está denuevo estratégicamente situada sobre el empeine de mi pié derecho, que no creo que pueda continuar soportando los por lo menos 110 kilos del personaje por más tiempo, en el fragor de la lucha por conseguir unos de los últimos paquetes de tres calcetines de hilo de colores surtidos que no estaban enterrados en la montaña de material textil, primero me zarandea, para luego pasar a la lucha química propiamente dicha, me tiene inmovilizado entre el filo de la mesa y listón que sujeta la estructura del toldo del puesto, es entonces cuando sabiendose ya vencedora alza su brazo y coloca su axila en mi cara,con la escusa de alcanzar unos calcetines rojos, en esas estaba, debatiendome entre la vida y la muerte, cuando como un angel aparece mi esposa y de un tirón del brazo me salva de tan esperéntico final. En ese peliagudo momento me dí cuenta que había resuelto la segunda duda existencial de la mañana, "la tiparraca" no es coleccionista de bragas y calcetines, es simple y llanamente "porculera", te empuja, te pisa, escupe cuando habla y si puede te asfixia, pero al final ni compra, ni deja comprar.
Poco a poco voy recuperando el resuello, acercandome repetidamente al cuello de mi esposa, para ir olfateando su perfume hasta que mis pituitarias vuelven a funcionar con normalidad.
El trajín de la busqueda de gangas, la batalla olfativa y una cojera más que evidente de mi pié derecho, son el balance negativo de la mañana de sábado, pero despiertan la sed y a medio camino del mercadillo descubro que mis tripas me están hablando pidiendo a voces unas cañas y unas tapitas, para entonar el cuerpo, porque es sabado, hace buen tiempo y porque después de una semana de trabajo hasta las cejas no se me ocurre otra manera mejor de pasar página y comenzar la desconexión del fin de semana, así que planteo una retirada oficial del campo de batalla, que mi mujer acepta no de muy buen grado, por lo que al final yo decido batirme en retirada y ella continua en una campaña de busqueda de gangas más encarnizada aún, por suerte tiene refuerzos, han venido sus hermanas, me despido deseandole suerte y huyo arrastrando mi cojera hacia territorios menos hostiles.
La primera caña cae casi sin paladear, todo sea por sacar el regusto amargo que aún me queda en la boca, por la batalla, la segunda caña en la calle, por supuesto, sobre un barril que hace las veces de mesa y se me vuelve a plantear una nueva lucha interna, la que padezco por controlar mis ansias de fumar (aunque hay veces que caigo)
Através de mis gafas de sol sigo el vuelo y las paradas de un gorrión con su pecho negro, tratando de cortejar a una hembra, que la verdad sea dicha le hace poco o ningún caso, y en esas estoy yo con mi caña en la mano, pensando en lo rápido que pasa el tiempo, hace cuatro días que hemos estrenado el año y ya estamos pensando en "Don Carnal" ... mientras muevo los dedos del pié derecho dentro del zapato comprobando que no habia ninguno roto,a lo lejos veo aparecer a Roci con algunas bolsas y agitando el brazo para saludarme, después de todo, este es un buen sitio para vivir.
NOTA: las fotos son de google.
27 comentarios:
Una "porculera", jeje. Buena definición para la típica tocapelotas de un mercadillo.
Un abrazo
jejejee que estoicismo! yo no habría aguantado tanto, en el primer pisotón y por supuesto antes de llegar a la guerra química me hubiera ido a por la cerveza...un saludo! ;)
Amigo Luismi, es la única que me viene a la cabeza, jajajaja
salu2
Carlos, al final quedan claras dos cosas, el mercadillo es una actividad de riesgo, y no hay fin de semana sin cañas y tapas, jejejeje
un abrazo
PD:cargando pilas que la semana próxima estamos ya en plena campaña!!!
La idea, vana idea, de la felicidad se aproxima a la tuya: "la première gorgèe de bière", con su regusto amargo en el gañote. Escribes con los ojos pegados a las cosas de la calle... ¡Me gusta así!
"La première gorgée de bière et autres plaisirs minuscules" es un libro escrito por Philippe Delerm ¡Perdona la cita pero...venía al pelo"
Oh, sí. Yo también conozco un libro (decir que, modestia aparte, soy experto en libros porque una vez leí uno) de Delerm que se titula "El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida", pero no creo que sea el mismo (por el titulo ese tan raro que cita Torres Rojas) y porque en este que yo digo hace su autor una exploración irónica de la genealogía del placer donde todo disfrute es ante todo la antesala de una pérdida, y no creo que a tu entrada le dieras ese enfoque. Por lo demás es un texto muy divertido y realista de una día de mercadillo.
Mon Dieu.
Si, pues en el autobús, hay gente que se te acerca y la bofetada de olor es impresionante.
Lo cual demuestra empíricamente que hay más guarros/as de los que pensaba.
Para mi desgracia,amigos Manuel María y Pitt Tristan, ahora tendré que poner en tareas pandientes la lectura de este señor francés (y yo sin saber nada del idioma galo)nunca se termina de aprender!!!jajaja
salu2 a los dos
Señor Deapié,
Tengo yo entre mis muchas dudas existenciales, si serán el desodorante y el colutorio, los dos productos de menor venta en nuestro país, y de ser asi ¿cual de ellos será el de menor tirada?
Salu2
Precioso y preciso texto que describe con una minuciosidad que me ha hecho identificarme hasta la médula con tu experiencia mercadillera ¡Eso es asín!
Lo de las cañas al sol...¡jo, me podías haber llamado!
...Disfruta del fin de semana amigo...
Un abrazo
Y tú solo te cruzaste con una "Porculera" si llegas ha hacer el recorido entero puedes encontrarte a 4 ó 5 de estas, así que tuviste suerte... muchas gracias por hacerme reir a carcajadas¡
besos
excelente foto textual de lo que ves
Me alivia saber que has sobrevivido a la batalla, Ismael. Incorporo a mi vocabulario "porculera/o", que tenemos mucho de eso tambien por estas tierras.
Saludos transatlánticos.
Norah, me gusta saber que te has identificado con mi peripecia "mercaillera" jajaja
Las cañas siguen pendientes...
3 besos
Gracias a tí por disfrutarlo así Nanuk.
3besos
Gracias por pasar y por opinar J.G. te debo una visita y ya sabes, estás en tu casa
salu2
Rob K me alegra saber que incorporas nuevos vocablos a tu ya extenso diccionario, eso es lo genial de este idioma nuestro tan rico en matices apoyado en las distancias
salu2 desde este otro lado del charco
He estado preocupado hasta el final del relato por tu integridad física, pero al fin respiro aliviado sabiendo que no perderemos un bloguero más en estos malos tiempos.
Para tu conocimiento, el olor a "tigre" es el que más feromonas despide; menos recomendable es el olor a tigre mezclado con olor a jaula de tigre.
Tengo una duda existencial profunda, tu vas andando por el pasillo central del mercadillo y vas oyendo una voz en off que dice Mariaaaaaa........ ¿Tu no estarías en un mercado de sustancias inapropiadas?.
Saludos Ismael.
Steppen, podría asegurar que era jaula de tigre, de monos y de elefantes juntos, jjjjajajjaaa
La pena es que ese no fuera, un mercadillo de "sustancias inapropiadas" ¿te imaginas el olorcito y el buen rollo en el ambiente? jajajajaa
salu2
Me encantan los mercadillos pero reconozco que hay que tener ganas para el paseito... eso sí, la cañita luego sienta de vicio.
Qué bien te lo pasas!
Besos
me he reído mucho con tu relato y me ha atrapado la historia hasta el final....tan descomunalmente intenso y "humano", puede ser un mercadillo del sábado....un buen lugar para practicar antropología....al resguardo de una cañita y unas tapas, claro. De otra manera es un deporte de riesgo. Saludos!
pero qué sábado más peligroso!!!
la próxima vez hay que llevarse algún arma contundente :)
Buenos son los retazos de reflejos sociales que nos ofreces con esta entrada. Me acabas de transportar a mi pueblo y a Cazorla.
Un abrazo
Me ha encantado. Una descripción genial y las cervecita lo mejor je. Espero que disfrutes de muchas con este buen tiempo.
un abrazo desde la soleada Córdoba
Buenos y soleados días por aquí abajo, en Andalucía. Como siempre un placer pasar por aquí... Gracias por compartir tus cosas con nosotros.
Saludos y un abrazo.
Ameno relato de los atractivos de un aglomeración humana.
Tómate otra caña a mi salud.
Un abrazo sin rebajas.
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